jueves, 24 de marzo de 2016

Merzouga y sus dunas, un viaje al desierto.

Aunque la vida me ha dado la oportunidad de viajar y conocer lugares diferentes, hay algunos que te marcan de una manera especial, ya sea por el paisaje, por la gente, por las experiencias vividas... este ha sido el caso del viaje que hicimos el pasado fin de año en compañía de la familia y de unos amigos.
Hay muchas formas de hacer esta escapada pero la mayoría de la gente elige el todo terreno como medio de transporte, en nuestro caso como éramos 21 necesitábamos demasiados coches y por tanto muchos conductores y por ello, para espanto de algunos conocidos, decidimos irnos en autobús y he de decir que fue realmente un acierto, el conductor conocía perfectamente la zona, las carreteras, las costumbres de la gente de allí, los lugares para parar y visitar... y para el grupo resultó realmente cómodo, y así la mañana del día 30 muy temprano nos dirigimos a la frontera de Melilla con Marruecos para cruzarla cuanto antes e iniciar el camino que nos llevaría a atravesar el Atlas, pasar palmerales, gargantas y ríos, todo ello aderezado con paisajes costumbristas de la vida del país vecino que recuerda a antiguas fotos de nuestros antepasados, zonas rurales donde los niños juegan en la calle y los burros son los protagonistas para trasladar mercancías. Paramos para comer un picnic por el camino y para hacernos algunas fotos aprovechando las paradas que por descanso del conductor había que hacer. A última hora de la tarde llegamos a Merzouga y a poca distancia, a pie de las dunas, nos esperaba nuestro hotel,  un lugar con encanto y perfectamente integrado en el estilo de la construcción de la zona con muros de adobe de escasa altura y decoración estilo árabe . Aunque la zona es cada vez mas turística se está respetando bastante el entorno y el estilo del lugar.
Durante el tiempo que estuvimos allí disfrutamos de una excursión en 4x4 alrededor de las dunas , visitando los poblados nómadas y los de habitantes de Mali asentados allí desde hace unos años, todos mantienen su cultura, su forma de vida y su folclore , además pudimos visitar un colegio de la zona, donde dejamos material que llevábamos para los niños y donde nos trataron con un tremendo cariño y disfrutamos de las risas y los juegos de los pequeños, además de comprobar lo bien que trabajan , con gran interés y disciplina.
Al día siguiente celebramos la noche de fin de año tomando las uvas a golpe de tambor bereber...y con una compañía de lo mas dispar en la fiesta que había organizado el hotel y que reunía no solo a los huéspedes sino también a autóctonos llevados por la curiosidad.
Y el día de año nuevo lo dedicamos a visitar el zoco de Risani , capital del reino en la antigüedad y por la tarde iniciamos nuestra excursión en dromedario para ver la puesta de sol desde las dunas. Esto es solo una pincelada de los muchos momentos que disfrutamos esos días.
El tiempo estupendo, los jóvenes encantadores y muy participativos, el personal del hotel muy acogedor , en resumen un viaje genial, para recomendar .
Una experiencia inolvidable.





















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